Creo haberlo dicho alguna vez: cuando uno lee narrativa de ciencia ficción o de fantasía, se corre el riesgo de bajar la exigencia hasta encontrarse con cosas que, en mi humilde opinión, no debían haberse publicado nunca. Habrá quien diga que esto ocurre en todos los subgéneros, no sólo en los citados, pero en ciencia ficción y en fantasía se encuentra uno con cuentos y novelas que son verdaderamente para esos "jóvenes lectores"; esto quiere decir, en muchos casos, que las tramas son mucho más sencillas, los personajes más superficiales y la prosa más ramplona. Porque, por otro lado, hay enormes escritores que indagaron en esos subgéneros con una calidad altísima, el propio Dickens (y otros escritores victorianos) incursionaron en esos temas dejando textos egregios. Pero, claro, luego uno sigue bajando el nivel... y se encuentra con gente como Ursula K. Le Guin.
Ursula K. Le Guin. Imagen tomada de wikimedia commons.
No quiero ser injusto, la existencia de estos escritores permiten a muchos chicos envenenados por el fútbol, las redes sociales o la simple estupidez social llenar sus horas de ocio con literatura, aunque sea de baja calidad; quizá en un futuro esos mismos chicos desarrollen espíritu crítico suficiente para discernir la alta literatura de la mediocre y opten por la primera, abandonando sus pésimos vicios.
En todo caso, sería interesante que los editores intentaran dejar de ganar dinero a toda costa y advirtieran de que tal o cual autor escriben "literatura juvenil".
Bueno, lo cierto es que había leído alguna reseña de esta autora norteamericana, fallecida recientemente, y me decidí a leer su obra más conocida: Cuentos de Terramar.
Cuentos, Historias o Libros de Terramar ha sido traducido a nuestra lengua. Se trata de cuentos de una longitud mediana en la que se describe la vida de un personaje principal, Ged o Gavilán, mago de un archipiélago llamado Terramar. El tal Gavilán recorre buena parte de ese archipiélago, corriendo todo tipo de aventuras fantásticas. El volumen que tengo en las manos contiene los tres relatos más conocidos: Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuan y La costa más lejana. Reconozco que no he sido capaz de leerme ni siquiera el primero, me ha parecido muy ramplón, con muchos lugares comunes, superficial, de prosa apresurada... vamos, lo que habitualmente llaman los editores "literatura para jóvenes lectores". En todo caso, se trata de una bildungsroman, esto es, una novela de aprendizaje, en la que el protagonista principal, ese joven mago llamado Ged, se forma como tal hechicero a base de correr peripecias. Quizá no sea tan mala lectura, pero no, evidentemente, para mí.
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