Continuación del debut literario de Jonasson, El abuelo que saltó por la ventana y se largó, que fue un superventas mundial e inauguró, o así parece, una saga de novelas con personajes ridículos y demenciales que corren aventuras disparatadas y absurdas. El centenario Allan Karlsson ya ha cumplido ciento un años, y lo celebra con su amigo Julius Jonsson en una paradisíaca playa de Bali, de ahí a, como dice el título, salvar el mundo, ya son todo peripecias al más alto nivel.
Es una novela muy semejante a su predecesora, ligera en cuanto a sus aspiraciones (que nadie trate de buscar el sentido de la vida en sus páginas), pero amena, divertida, descacharrante por momentos, con humor absurdo bastante sutil lo que le da una una elegancia muy agradable. La prosa es muy rápida, poco adjetivada, periodística, lo cual redunda en su facilidad de lectura. Tal vez el único pero que se le puede poner es que es muy coyuntural, me explico: las coordenadas espaciotemporales son muy definidas, con personajes reales sacados de la alta política del momento (Donald Trump, Kim Jong-un, Angela Merkel...), archiconocidos por todos, tanto sus respectivos puestos políticos como sus estereotipos (la estupidez de Trump, el fanatismo de Jong-un, la sobriedad de Merkel...) que encuentran muy rápida comprensión en el lector contemporáneo, pero que quizá dentro de unos pocos decenios no se entienda. Es probable que estas novelas no envejezcan bien, o, al menos, no sean plenamente comprendidas por lectores del futuro.
Argumento de la novela: celebrando el ciento un aniversario de Karlsson en una playa de Bali, él y su amigo Jonsson viajan en un globo aerostático que, al no tener abordo al piloto, acaba volando sin rumbo y cayendo al Océano Índico, de donde serán rescatados por un barco norcoreano con uranio enriquecido en sus bodegas. Allan Karlsson, en su bendita ingenuidad, se presenta como un experto en energía nuclear, con lo que el capitán del carguero decide llevarlos a Pyongyang para presentarlos al "líder supremo", no teniendo muy claro si son verdaderos expertos, meros farsantes o espías norteamericanos. En Corea del Norte, Kim Jong-un acaba confiando en la candidez de ese anciano y le encarga la compra de grandes cantidades de uranio enriquecido con las que fabricar una bomba atómica. Con ayuda de la ministra de asuntos exteriores sueca, Karlsson y Jonsson salen del país asiático y viajan hasta Estados Unidos, donde se encontrarán con el estrambótico presidente Donald Trump, quien tratará de ganarlos para su causa (no exactamente la causa estadounidense, más bien la causa de Trump contra el mundo), pero acabarán entregando el material radiactivo a Alemania por la mediación de Angela Merkel. Además de estos avatares internacionales, también corren aventuras en un plano más local, cuando Julius Jonsson se convierte en socio de un negocio de ataúdes, tratando de darle un enfoque más artístico y personalizado para el cliente. Como no podía ser de otra forma, todo se enreda cuando entregan un féretro con esvásticas y simbología hitleriana para una niña de doce años, y un sarcófago con nubes, conejitos y palomas para el entierro de un nazi.
En fin, ya digo, humor descacharrante y absurdo. Una lectura ligera pero bien pergeñada con la que también se puede reír uno de las vanidades humanas.
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