sábado, 31 de agosto de 2024

"Twice Cursed". Relatos fantásticos de terror.

  Es claro que los archiconocidos cuentos tradicionales centroeuropeos no tenían afán formativo ni lúdico, sino el de amedrentar a los niños para que se portaran bien, fueran obedientes, no frecuentaran malas compañías, etcétera. Lo que ocurre es que a las últimas generaciones nos han llegado tras un doble filtro que ha dulcificado y tergiversado sus finales, haciendo de ellos relatos mucho más comerciales y vendibles para  público que ya no necesitaba las advertencias que daban. Porque los cuentos se crearon, probablemente, en la Baja Edad Media o principios de la Edad Moderna, cuando la vida, especialmente en el medio rural, era mucho más dura de lo que sería siglos después y no era extraño que los niños desaparecieran para no volver a aparecer jamás, por ejemplo. Es sabido que los que pasaron de la tradición oral al negro sobre blanco fueron los hermanos Grimm en Alemania y Charles Perrault en Francia (cronológicamente, en orden inverso de como los he citado). Éstos ya moderaron notablemente los finales de los cuentos, quizá, como dije antes, porque en su época la cosa no estaba tan mal como cuando se crearon y ya no era necesario meter tanto miedo a los niños, quizá porque fueran más rentables para la editorial de la época. Pero lo cierto es que los cuentos tradicionales centroeuropeos sufrieron una mayor modificación en el sentido de hacerlos menos duros, más pasables cuando fueron adaptados al cine, especialmente por un empresario, creador de un verdadero emporio cinematográfico llamado Walt Disney. Sí, así es, cuando los niños veían, desde los años cuarenta del pasado siglo, las adaptaciones de esos cuentos al cine no veían el peligro que se les quería anunciar, no había moraleja. Sí, es verdad que había "malos y buenos", pero éstos se salían siempre con la suya mientras que aquéllos salían escaldados. Cuando esos niños crecían, recurrían (los que tenían una cierta inquietud cultural, claro) a las versiones de Perrault y de los Grimm encontraban un final más acerbo y despiadado, pero de todos es conocido que los originales de la tradición oral eran mucho más duros aún. Bueno, pues la recopilación de relatos fantásticos de terror que comento va en el sentido contrario de lo que pasó en los últimos siglos: a partir de esos cuentos tradicionales, un grupo de reconocidos escritores de fantasía y terror los retuerce para sacar un final más sangriento y terrorífico, lejos ya de cualquier moraleja posible.
 Algunos de ellos son muy conocidos para los amantes del subgénero narrativo, como Neil Gaiman, quien inicia la lista en la misma portada; Joe Hill, hijo del afamado Stephen King; Mike Carey, notable entre los lectores de cómics; o Laura Purcell. Todos ellos, claro, anglófonos, toda vez que el inglés se impuso a partir del llamado Romanticismo Literario (lo que ellos llamaron "Literatura Victoriana) como lengua principal para este tipo de narrativa. La mayor parte de ellos han trabajado como guionistas para distintas plataformas de entretenimiento, bien adaptando obras propias o haciendo aceptables por el séptimo arte, así que los de la editorial no debieron dudar mucho cuando buscaron relatos para una antología de terror.
 En el volumen encontramos a una niña vampira que devora a su propio padre en "Snow, Glass, Apples", de Gaiman, evidentemente la inversión de Blancanieves (que siempre fue analizado como el afán de un padre de que su hija no llegara a la pubertad -simbolizando el pinchazo con la aguja y el sangrado con la primera menstruación-), precisamente cuando la niña llega a los doce años.  En "The Red Shoes", A. C. Wise adapta Las zapatillas rojas de Hans Christian Andersen, en la que una niña pobre tiene como toda herencia unas zapatillas rojas, que elige para calzar los principales días de su vida (Primera Comunión y Confirmación), hasta que descubre que están embrujados; los zapatos la hacen caminar a toda velocidad por bosques y pueblos, hasta que, arrepentida, pide perdón a Dios por su vanidad. Bueno, pues Wise va más allá y les otorga a las zapatillas vida propia, haciendo que la niña baile sin poder evitarlo hasta su muerte. "Wake", de Laura Purcell es la reinterpretación de La bella durmiente, continuando el cuento donde éste acaba, llegando la princesa a ser reina, dándole ahora un tono tétrico, muy alejado del dulce final del cuento recopilado por los Grimm
 Son modificaciones interesantes, muy diferentes de calidad, que aprovecha la creatividad del escritor en textos ya clásicos, una forma más de crear literatura.

jueves, 22 de agosto de 2024

"The Right Words", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

Image taken from the website www.incidentalcomics.com

"A cada cual, lo suyo", de Leonardo Sciascia.

  Otra novela policiaca del escritor siciliano. Una novela sobre Sicilia y los sicilianos (quizá extrapolable al resto de italianos y europeos meridionales, quizá). Una novela sobre la mafia. Pero una mafia sorda, callada, íntimamente imbricada en la sociedad, no la mafia de los grandes titulares periodísticos, sino la de los asesinatos de ciudadanos "anónimos" que tienen la mala suerte de mirar demasiado o escuchar cosas que no se deben conocer. La verdad es que deja una sensación desasosegante, triste y sórdida de la sociedad siciliana.
 Con respecto a la forma, la brillantez de Sciascia asegura una prosa muy cuidada, lenta, adjetivada y exquisita. Teniendo en cuenta que el siciliano trabajó muchos años como periodista, es de agradecer que su narrativa no se abaje a lo que conocemos precisamente como "prosa periodística", muy directa y explícita, pero plana y sosa como un epitafio de tercera.
 Luego están los giros argumentales que dan tanta vida a las novelas de Sciascia. Giros, normalmente al final, que lo sorprenden a uno gratamente, que lo dejan sin respiración, anhelando leer algo más del autor. No soy prono a las novelas policiacas, lo he dicho muchas veces, pero estas de Leonardo Sciascia tienen mucha enjundia, no sólo trata sobre un investigador astuto que acaba por descubrir al asesino por un detalle nimio que pasó desapercibido para los demás, Sciascia pergeña un paisaje y un paisanaje perfectamente reconocible en la isla de mayor extensión del Mediterráneo.
 Tan buena es la descripción de la sociedad siciliana, que el argumento de la novela acaba siendo secundario. Éste consiste en el asesinato de un farmacéutico rural tras una amenaza anónima aparentemente irrelevante, y, como por casualidad, la muerte del médico Roscio. La amenaza previa, con letras sacadas de un periódico parece justificar el asesinato posterior. Aquí está el primer tópico siciliano: el de la maledicencia generalizada, si el anónimo decía que "morirás por lo que has hecho" es que sin duda el asesinado había hecho algo. Es la aplicación del dicho popular "piensa mal y acertarás", que presupone culpabilidad en la víctima. Eso por no hablar del médico asesinado, Roscio, al que se lo considera un daño colateral por estar en el lugar equivocado en el momento erróneo (de caza con el farmacéutico amenazado). De manera tal, que el común de la ciudadanía cierra el caso antes que los jueces dictaminen: el farmacéutico habría cometido algún desmán, tal vez con una mujer casada o una disputa personal. Fin del caso. No hace falta ni saber quién es el asesino. Sólo un profesor de instituto, Laurana (evidente álter ego de Sciascia), no queda satisfecho con esa explicación popular y decide investigar. Y ahí comete su terrible error: querer saber. Poco a poco empieza a tirar del hilo, suponiendo lo contrario que todos pensaban: que al que querían eliminar de primeras era al médico, y que el farmacéutico, y sobre todo la amenaza previa, no era sino una cortina de humo para tapar lo anterior. La relación de la viuda del médico con un primo suyo, poderoso abogado con altísimos contactos en la isla y fuera, y los peligrosos vínculos de éste con criminales llevarán al desenlace de la novela, el giro argumental, que conlleva la desaparición (y evidente asesinato) del pacífico profesor de instituto. Aquí está el segundo estereotipo de la sociedad siciliana: la llamada "omertà" o ley del silencio, un supuesto "código de honor" que no es sino mirar hacia otro lado, no querer saber, hacerse el tonto, el desentendido... Ya se sabe, la curiosidad mató al gato.
 Y todo acaba ahí. El giro argumental final, como antes decía, dota de brillantez al texto, le da una frescura que le hace a uno ansiar la siguiente novela de Sciascia. Pero, como antes decía, el siciliano pergeña personajes y sociedades con una maestría extraordinaria; se convierte en un verdadero cronista social, uno casi cree vivir en la isla al leer sus novelas. En todo caso, Sciascia no hace un juicio de valor explícito sobre el comportamiento mafioso de la mayoría de sus habitantes, simplemente hace un retrato fidedigno de su sociedad; sin embargo, sí hay un protagonista más mimado, en este caso el profesor Laurana, y otros que son tratados con menos benevolencia. Al final queda un regusto amargo, el que da una sociedad enfangada en una violencia sorda, asumida por sus ciudadanos como algo inevitable a lo que uno tiene que evitar mirar. Es paradójico que a esa ley del silencio se la suponga un código de honor, toda vez que es el deshonor del cobarde, que, anidando en el corazón de los sicilianos, llevó a la isla al subdesarrollo económico y a la emigración masiva en tiempos pasados.

martes, 20 de agosto de 2024

"La mansión de las pesadillas. Antología de relatos sobre casas encantadas", editado por Valdemar.

  Aun a riesgo de repetirme, glosaré las virtudes que la colección El Club Diógenes de la Editorial Valdemar tiene para un lector empedernido como quien esto escribe: En apenas diecinueve por doce centímetros (y antes era mejor, pues era de diecisiete por once), formato que permite llevar el libro a cualquier parte, incluso introducirlo en algún bolsillo, Valdemar selecciona los mejores cuentos de narrativa fantástica y de terror de distintas temáticas: casas encantadas, vampiros, fantasmas, pesadillas, la muerte como personaje, ambientados en el mar, sabios enloquecidos, momias, zombis... Todo ello en antologías selectas de lo mejorcito que tiene este subgénero narrativo. Por poner un ejemplo, en el volumen que acabo de leer están autores como Poe, Sheridan Le Fanu, Lovecraft, Ambrose Bierce, M.R. James o W.H. Hodgson. El resultado es, pues, una pequeña obrita de bolsillo de una calidad excelsa. Vaya por ello mi agradecimiento a la Editorial Valdemar, activa desde 1989, que en estos cuatro decenios y pico de egregia labor de difusión cultural ha dejado ya un acervo literario impagable al reeditar textos ya descatalogados e incluso publicar nuevas traducciones (puesto que la inmensa mayoría de los textos son de autores anglosajones del siglo XIX) con una sobresaliente calidad. Creo que es justo reconocer la imprescindible labor editorial, sobre todo cuando un servidor es tan crítico con las grandes editoriales (y que no cambio de opinión en este sentido, ¡eh! Las editoriales dominantes del mercado sólo son meras máquinas de hacer dinero, explotar escritores y manipular a los lectores). Pues eso, dicho queda.
 En narrativa de terror, las casas encantadas son un tema recurrente. La mezcla de mansiones abandonadas en parajes remotos, con historias truculentas previas, poca o ninguna luz, mobiliario arcaico y desvencijado... genera en muchos una sensación de desasosiego e inquietud que es la antesala del miedo. Tal vez el instinto animal primitivo que nos sitúa como posibles presas de criaturas más grandes y poderosas que nosotros en una localización que no dominamos sea la razón de ese miedo irracional. Los mejores escritores de terror, Edgar Allan Poe es un buen ejemplo han explotado esta mina con frecuencia. En este volumen, concretamente, el de Poe es el mejor relato, no es otro que el archiconocido El hundimiento de la casa Usher, uno de sus relatos mejor pergeñados y admirados. Otros autores imitados hasta la saciedad por miles de admiradores como Howard Phillips Lovecraft no es tan pródigo en localizaciones como casas para ambientar sus terroríficos relatos, aunque Valdemar ha seleccionado uno, La casa evitada, en el que el genio de Providence desgrana con método periodístico, comportándose él mismo como un investigador alejado del sensacionalismo supersticioso, el terror de un viejo caserón. En todo caso, las características "lovecraftianas" están en el texto con la aparición de un ser viscoso, no descrito plenamente, que habita bajo la mansión, chupando las vidas de los que allí viven a lo largo de los siglos. Otro grande es John Sheridan Le Fanu, con El espectro de madame Crowl en el que ese fantasma, contrito y apesadumbrado, se aparece a los habitantes de la casa para confesar el crimen que cometió decenios atrás.
 Y así hasta veinticinco relatos, agrupados en cuatro secciones en función de cómo se genera el terror en el lector: El teatro del miedo, La noche en vela, Fantasmas del pasado y Poltergeist. Un pequeño volumen (de dimensiones, pero de casi setecientas páginas) con lo más granado del terror en casas encantadas y fantasmagóricas, una pequeña joya literaria.