sábado, 30 de noviembre de 2024

"El penitente", de Isaac Bashevis Singer.

  Y, por supuesto, siempre quedará Isaac Bashevis Singer. Me sigue sorprendiendo este tipo. Según se puede comprobar en este humilde blog, he leído con ésta diecisiete obras de Singer, entre novelas y relatos; hay, por supuesto, diferencia de calidad entre ellas, pero no hay ni una sola que sea mala o floja, todas son interesantes, bien pergeñadas, con descripciones psicológicas profunda, personajes redondos que evolucionan en el tiempo... Lo he dicho por activa y por pasiva, Isaac Bashevis Singer es uno de los mejores escritores de todos los tiempos. Lo afirmaré aunque me torturen. Y eso que cuando empecé a leer El penitente me pareció quizá un punto más ligero, más liviano que los anteriores. Según la editorial Debolsillo (Grupo Penguin Random House), Singer escribió esta novela breve en 1983 (falleció en 1991), con lo que pensé en un principio que, tal vez por la avanzada edad del autor, la novela tenía menos enjundia que otras que he leído del genial autor polaco. Una vez más tuve que recular y admitir que "quien tuvo, retuvo", porque, si bien es verdad que la novela (diría que es más un relato largo que una novela) tiene menos personajes, menos interacción entre ellos, también es verdad que las reflexiones del protagonista, Joseph Shapiro, son joyas asombrosas que dan para llenar una vida (y tanto, se supone que son precisamente las conclusiones a las que ha llegado ese tipo tras haber vivido media vida de la forma intensa). Así que me trago mis palabras y reconozco una vez más que no he leído novela mala o floja de Isaac Bashevis Singer, y que esta novela breve en concreto, El penitente, tiene todas las características que hacen del Premio Nobel de literatura de 1978 uno de los más sobresalientes "juntaletras" que nunca existieron.
 Entre los temas habituales de Singer están el sentimiento de culpa y de alienación que sentían los judíos que se alejaban de la práctica de su religión. La alienación provenía de la aculturación que sufrían que los llevaba a ser medio judíos y medio gentiles, no encontrándose a gusto en ningún grupo social; de esa alienación proviene un sentimiento de culpa por haber abandonado la tradición de sus mayores. Así dicho podría parecer que lo que escribe Singer puede tener poca relevancia para alguien no judío, pero lo cierto es que el análisis de la vida, la razón de la existencia, el porqué de las cosas es tan exhaustivo, que llega a la esencia última de la naturaleza humana, sea cual sea la cultura, tradición o religión a la que el lector pertenezca.
 Argumento de El penitente: el autor narra, en primera persona, como viaja a Jerusalén y visita el Muro de las Lamentaciones. Allí un judío ultraortodoxo lo aborda al reconocerlo y le cuenta en un par de citas su vida. La vida de este judío, Joseph Shapiro, comienza en Europa Oriental, de donde huye en 1939, con los ejércitos del Tercer Reich campando por sus respetos. Llega a Nueva York donde en poco tiempo hará fortuna y se adaptará a la sociedad estadounidense, será aculturado y olvidará todo aspecto de piedad judía que practicara en Europa. Incitado por amigos se abandona a la lujuria, llegando a tener una amante que lo extorsiona y chantajea. Él asqueado de la situación vuelve a su hogar, a su mujer, encontrando a ésta con un amante. Hastiado de esa vida hipócrita, superficial y pecaminosa, resuelve volar a Israel e iniciar una nueva vida, más cerca de la que llevaron sus antepasados, una vida más piadosa. Tras dificultades mil, acaba por adentrarse para no salir más del  ultraortodoxo barrio jerosolimitano de Mea Shearim.  
 Los temas, como antes decía, son la alienación y el sentimiento de culpa, siendo la lujuria el gran pecado que atormenta al protagonista. Esto es tan frecuente en las novelas de Singer que es difícil no pensar que el propio autor debió pasar una vida torturado por la tendencia a ser arrastrado por la lascivia.
 Narrado como he narrado yo el argumento parece anodino y vulgar, pero como lo hace Singer, obviamente, es totalmente distinto. Las reflexiones de Shapiro son extraordinariamente profundas y, como decía antes, aplicables a cualquier ser humano, pertenezca a la cultura, tradición y religión que sea. Tanto es así que no puedo evitar copiar un par de frases que explicitan la riqueza de esas reflexiones.
 Las leyes del mundo están concebidas de tal forma que, si no quieres ser partícipe de sus delitos, tienes que convertirte en víctima de las mismas.
 Una de las pasiones más inanes del hombre moderno es la de leer los periódicos para mantenerse al tanto de las últimas noticias. Las noticias son siempre malas y ello te envenena la vida; pero el hombre moderno no concibe la vida sin ese veneno. Tiene que  enterarse de todos los asesinatos, de todas las violaciones. Tiene que conocer todas las insanias y las falsas teorías. No le basta con el periódico. Busca noticias adicionales en la radio o en la televisión. Se publican revistas donde se resumen todas las noticias de la semana y la gente lee de nuevo los crímenes cometidos por ese malhechor o lo que dice cualquier idiota.
 La claridad de pensamiento de Joseph Shapiro (álter ego de Singer) es tan iluminadora que acaba por ser un alegato por la búsqueda de la espiritualidad sobre el materialismo y el autocontrol sobre abandonarse a los instintos más primarios. Es esta novela breve una pequeña obra de arte, una más de Isaac Bashevis Singer.

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