lunes, 16 de diciembre de 2024

"Fantastes", de George MacDonald.

  Cada vez estoy más convencido de no admitir consejos o sugerencias de terceras personas, menos aún extraídos de internet. Porque lo que me ha pasado en los últimos días, hacía mucho que no me pasaba. No sé dónde exactamente leí de este autor, un pastor presbiteriano escocés del siglo XIX que, en sus tiempos libres, escribió varias novelas de fantasía. Lo que me atrajo fue que algunos autores tan eminentes como C.S. Lewis e incluso J.R.R. Tolkien llegaran a considerarlo como un maestro. De hecho, el autor de Las crónicas de Narnia es quien prologa esta novela que he desistido de acabar. En ese prólogo, Lewis reconoce que leyó al escocés (esta novela, además) cuando contaba dieciséis años y que lo marcó profundamente, creyendo que su atracción por lo sobrenatural y lo feérico comenzó con su lectura. Puede ser cierto, ¿por qué no? Pero, desde luego, si C.S. Lewis quedó prendado por el mundo feérico gracias a MacDonald, luego superó amplísimamente a su maestro, porque la saga de Las crónicas de Narnia está a años luz en argumento, temas, descripción de personajes, estructura y ambientación de este Fantastes. Y dicho eso de C.S. Lewis, no digamos ya de J.R.R. Tolkien y sus El señor de los anillos o El hobbit. Tal vez, aunque pueda parecer un poco rebuscado y marginal, el hecho de que el tal George MacDonald fuera un ministro cristiano (de hecho, también tiene multitud de libros religiosos publicados) pudo con la sensibilidad de Lewis, que ya se sabe que tuvo una conversión hacia el catolicismo (MacDonald era presbiteriano, ¡cuidado!) en buena medida por la amistad con Tolkien y, por tanto, como persona era alguien muy cercano a la sensibilidad y modo de vida cristianos... No sé, un tanto rebuscado quizá.
 En todo caso, la reseña en la que se hablaba de MacDonald como fuente de inspiración de Lewis fue lo que me llevó a leer esta novela. ¡Notable desilusión! No he llegado ni a la mitad de la novela, y eso que me he forzado a continuar, pero es que me ha parecido una narración tan falta de enjundia y estructura que no pienso malgastar más horas leyéndola. Hay mucha literatura de calidad esperando a ser disfrutada como para continuar con este bodrio. Durante muchas páginas me ha parecido que era una novela juvenil, casi infantil diría, por su falta de estructura, su superficialidad y su predictibilidad; pero al final diría que más que una novela para chicos es una novela escrita por un chico. Sí, no puedo evitar pensarlo, parece la novela de un chico de quince años que hace sus pinitos sobre el papel. Eso o que alguien ha tenido unos sueños muy intensos (quizá febriles) durante varios días y los transcribe con más ganas que talento.
 El argumento de Fantastes (que, por cierto, el autor subtitula con un extraño "Una novela de hadas para hombres y mujeres", vaya usted a saber por qué) es bastante sencillo y, como decía antes, previsible: un joven, Anodos, es arrastrado al mundo onírico de las hadas, poblado por esas pequeñas criaturas; árboles que hablan, algunos buenos, otros malvados; estatuas de mármol que encarnan el ideal de la belleza perseguido por el joven; caballeros andantes como Perceval y su armadura oxidada; y dragones. Como en todo libro de fantasía que se precie, el protagonista es perseguido por criaturas malvadas y auxiliado por otras benéficas. Ignoro cuál es es el fin de la novela, porque ya digo que me parece tan ramplona que no la he terminado. Es un argumento simplón, ya digo, pero la forma está a su altura: es tan superficial, con un único personaje protagonista, siendo los demás secundarios y tan irrelevantes que aparecen y desaparecen sin dejar huella que pareciera estar escrita por un adolescente. No quiero parecer egocéntrico, pero un servidor escribió cuando tenía unos doce años un relato en el que un chico se aventuraba en el proceloso mar; no tuve que esperar mucho más de un año cuando lo releí y comprendí que había escrito un pésimo remedo de las 20.000 leguas de viaje submarino de Verne. Por supuesto, rompí inmediatamente aquel relato del que antes tanto me ufanaba. Bueno, pues la calidad de Fantastes no creo que supere en mucho a aquel infame relato mío.
 En conclusión: no conviene hacer caso a las recomendaciones internáuticas so pena de acabar leyendo novelas sin valor alguno.

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