miércoles, 22 de enero de 2025

"Infierno" de la "Divina Comedia", de Dante Alighieri.

  El poema por excelencia en lengua italiana, del padre por excelencia de la misma lengua. Reconozco que tenía ciertos prejuicios (ahora, por cierto, se llaman "sesgos cognitivos") contra la Divina Comedia. Se puede imaginar: obra clásica ya trasnochada, sobrevalorada por el omnipresente nacionalismo jingoísta... Pero no, no es tan clásica ni está tan sobrevalorada. Lo que sí he sentido es que, al contrario de lo que esperaba, es muy coyuntural, en el sentido de que son muchos los personajes contemporáneos a Dante que son tomados como ejemplo de los males que los lleva a sufrir penalidades eternas en el Infierno; también se hacen muchas referencias a la política italiana (principalmente toscana) del siglo XIII y XIV. Es por ello que se hace imprescindible la lectura de la Divina Comedia en ediciones comentadas, so pena de no entender buena parte de la misma, especialmente cuando se ponen como ejemplo de pecadores a sujetos de aquellos siglos y aquella región italiana. He de reconocer, por último, que la edición de Austral (Grupo Planeta) que he leído está totalmente traducida al castellano y prosificada. Sí he echado de menos alguna vez los versos en dialecto toscano junto a la traducción castellana, pero hubiera sido más por un capricho de ver la expresión en ese "proto-italiano" que por leerla en su lengua original. La búsqueda de una edición moderna, fácilmente accesible, pero que mantenga a la vez una fidelidad absoluta al texto original me llevó a comprar esta versión de bolsillo de Austral.
 La Divina Comedia, ya se sabe, está estructurada en tres grandes libros Infierno, Purgatorio y Paraíso, lugares por los que el propio Dante Alighieri, acompañado del alma de poeta latino Virgilio, van deambulando, describiendo los horrores a los que se someten las almas en pena que allí habitan por la eternidad, agrupados en distintos círculos y fosos en función del pecado que hayan cometido en vida. Obviamente, es una obra moral y didáctica, que trata de aconsejar a los vivos para que abandonen todo pecado y se adhieran lo antes posible a los principios cristianos que han de librarlos de tan horrible castigo y llevarlos, en cambio, al Paraíso. Cada uno de los tres libros tiene treinta y cuatro capítulos, que, en realidad, son un prólogo y treinta y tres distintas secciones. En el Infierno en concreto, son giros hacia el interior de la Tierra, cada capítulo un giro ciento veinte grados, con lo que cada tres es un giro completo hacia abajo. El final del Infierno supone la salida a la superficie, habiendo atravesado todo el planeta, comenzando por el Hemisferio Boreal y terminando en el Austral. Después llegará la montaña del Purgatorio, hasta alcanzar las dimensiones celestes del Paraíso, pero eso ya será más adelante. Los de Austral incluyen esquemas de los tres libros, que son bastante útiles para hacerse una idea mental de la situación geográfica imaginaria por la que Dante y Virgilio están pasando. La del Infierno es esta:
 Como puede verse, hay tres o cuatro grandes divisiones: la de los ignavos (indolentes, flojos, cobardes...) que se encuentran en un vestíbulo y que no pueden ni entrar ni salir del Infierno. Tras ellos se encuentra el famoso río Aqueronte, río del Hades que daba entrada al Tártaro. Allí el barquero, Caronte, no quiere dejar pasar a Dante pues todavía no ha muerto, pero la intercesión del alma de Virgilio permite que pasen a los primeros círculos infernales, el primero de los cuales es un limbo en el que se encuentran todos los que vivieron antes de la llegada de Jesucristo. Por cierto, a la entrada del Infierno está la famosa frase que tanto se ha usado en muchos ámbitos: "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate!", traducible por el conocidísimo "¡Oh, vosototros, los que entráis, abandonad toda esperanza!" (esta frase se ha utilizado hasta la saciedad en el plano literario, y se ha llegado a decir que se encontraba a la puerta del Campo de exterminio de Mauthausen, extremo que no se ha demostrado). Bien, los primeros círculos están ocupados por lujuriosos, glotones, avaros y pródigos (se considera a estos últimos como una deformación extrema de los anteriores), sufriendo cada uno de ellos su respectivo castigo brutal. En cada círculo, Dante incluye un ejemplo, un personaje histórico que cometió esos pecados y se hace una muy superficial referencia a su vida, así tenemos a Francesca de Rímini entre los lujuriosos, Ciacco entre los glotones o Plutón entre los avaros. Tras estos primeros círculos, Dante y Virgilio llegan a un barranco que separa del séptimo círculo, dividido en tres recintos (obviamente, cuanto más abajo en el Infierno, más grave es el pecado cometido y más terrible el castigo que sufren las almas en pena). En este séptimo círculo están los que cometieron violencia en sus vidas terrenales: contra el prójimo en el primero, contra sí mismos en el segundo (suicidas) y contra Dios en el tercero. Otro abismo separa ese séptimo del octavo, mucho más grande y dividido en diez fosos, en los que se encuentran los rufianes, aduladores, simoníacos (aquellos que vendían bulas y sacramentos con fin de enriquecerse), barateros (los que se enriquecieron traficando con cargos públicos), hipócritas, ladrones, malos consejeros (principalmente, los que malmeten a unos contra otros), los sembradores de discordias y los falsarios (sobre todo alquimistas y magos).
 El octavo círculo está separado del noveno por el foso de los gigantes, en el que los gigantes Nemrod, Efialto y Anteo están enterrados hasta la cintura. En realidad, los tres son símbolo de la fuerza ciega: Nemrod encarna la vacía estupidez; Efialto, la ciega rabia; y Anteo, la vanidad sin sentido. Cuando llegan al noveno círculo se encuentran con los traidores, a sus parientes, a sí mismos, a sus huéspedes y a sus bienhechores. Por último se encontrarán con Satanás devorando a Judas (el traidor a Cristo) y a Bruto y a Casio (traidores a Julio César). En su avance final, Dante y Virgilio llegan a la superficie terrestre, habiendo atravesado de lado a lado la Tierra.
 Por supuesto, en cada sección, los penitentes sufren horribles castigos: unos son atacados sin piedad por serpientes, otros están plantados en la tierra boca abajo con los pies en llamas, otros son devorados por perros rabiosos, en otros hay lluvia incesante de fuego... En función de la gravedad del pecado cometido, el castigo infernal por la eternidad.
 En fin, es una obra interesante, no tan apabullante como creía en un principio, coyuntural, como decía antes, pero entretenida y recomendable. Sin duda, se impone la necesidad de que esté comentada, pues, debido a esa temporalidad, muchos personajes toscanos medievales han pasado al olvido en tiempos recientes, con lo cual el lector del siglo XXI puede quedar un poco perdido.

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