También es lo primero que leo de este autor, que pasa por ser uno de los mayores narradores "modernos" en lengua lusa.
Cuentan que Eça de Queiroz fue un hombre afortunado. Diplomático, vivió en Francia e Inglaterra entre otros lugares y pudo retratar con fidelidad -quizá gracias a la comparación de destinos más benignos- a su Portugal natal, tan atrasado, tan tradicionalista, tan hipócrita, tan casposo... probablemente igual que el otro país con el que comparte la Península ibérica. En El crimen del padre Amaro retrata esa caterva de individuos de negro y alzacuellos que han pululado y todavía pululan por estos países, haciendo y deshaciendo a su antojo, manejando los dineros de la gente con la misma brutalidad con la que manejan sus conciencias, predicando una cosa en el púlpito y haciendo lo contrario en la calle, poniéndose como ejemplos a seguir y siendo lo peor de la sociedad humana... en fin, ¡qué no habremos visto!
Ni que decir tiene que Eça de Queiroz fue maltratado por los poderes fácticos del país vecino, acusado de "traidor a la patria" y que sus libros fueron prohibidos hasta hace poco tiempo. Leerlo hoy debía ser un simple recordatorio de cómo fueron las cosas hace décadas -siglos parecería-, pero me temo que todavía sigue de actualidad.
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