Novela menor de Brian Aldiss, autor de la sublime trilogía Heliconia. Es menor porque, aunque tiene imágenes distópicas realmente interesantes, el argumento no está bien pergeñado, al menos le falta profundidad y desarrollo.
Argumento general: en un futuro lejano, la superpoblación humana (según se dice, más de veinticuatro mil millones de personas) ha aniquilado la capacidad productora del planeta. La agricultura masiva ha esquilmado el suelo hasta el punto de ser incultivable, lo cual ha llevado a comprar tierra a los continentes menos desarrollados (sobre todo, África) y a levantar grandes megalópolis sobre plataformas elevadas (como se puede ver en la ilustración de portada de Edhasa, obra de Javier Palacios). Los continentes otrora más desarrollados (Europa, Norteamérica o Australia) están en una situación caótica, tanto por superpoblación como por pobreza extrema. África, por el contrario, parece ser el único territorio con capacidad de mantener una vida de calidad, aunque no escapa a los conflictos armados entre las distintas naciones (Nueva Angola, Egipto, Argelia...). En ese contexto, en Inglaterra se ha instaurado un gobierno fascista que trata a sus ciudadanos como presos; unos sistemas legal y judicial opresivos e injustos llevan a la cárcel a millones de ciudadanos por nimias transgresiones de la ley. Los presos son obligados a cultivar la contaminada tierra (por ello son llamados labradores) en manos de los más brutales explotadores (llamados granjeros).
En esa situación terrible se desarrolla la vida del protagonista, Knowle Noland (evidente juego de palabras, "sin país, sin patria") que, cuando empieza la novela, es el capitán de un enorme carguero encargado de llevar tierra de África a Europa. Dicho barco encalla en la Costa de los Esqueletos, Namibia, y ahí empieza a narrar su pasado. El resto de la novela se desarrolla con analepsis, que recuerdan como el tal Noland fue un labrador, pudiendo escapar de la policía robotizada del granjero y llegando a conocer a los únicos que parecen escapar al sistema opresor, los viajeros. Sin embargo, Noland traicionará al líder de los viajeros y escapará, para entrar a formar parte de una trama conspirativa mundial planificada por los llamados "abstinentes", una suerte de religión que practica la abstinencia sexual como método de control de natalidad y, como se verá después, planea ir más allá. Entre estos abstinentes está el que fuera su propio granjero, un tal Peter Mercator (de nuevo, juego de palabras obvio con el apellido), perteneciente a la aristocracia mundial cuyo plan último para reducir drásticamente la superpoblación humana es promover una guerra nuclear. Para ello pretenden asesinar a El Mahasset, líder político africano y garante de la estabilidad de ese continente; su muerte generará guerras entre naciones africanas que derivará en la guerra nuclear que, esperan, acabe con una gran parte de la humanidad. En última instancia, Knowle Noland, ignorante de tan altas intrigas internacionales, será el encargado de asesinar al líder.
El argumento podrá ser más o menos verosímil (lo cual, dicho sea de paso, no siempre es importante cuando se narra un futuro distópico), pero lo que es indiscutible es que Brian Aldiss tenía como gran preocupación sobre el futuro del planeta la reproducción humana, en sus dos extremos. Así, en Barbagrís (publicada en 1964) la humanidad ha perdido su capacidad de reproducirse, con lo que el más joven, un chaval de cincuenta y pico años, Barbagrís, será el líder que trate de regenerar la marchita raza; por el contrario, en Un mundo devastado (publicada en 1965), la superpoblación es la amenaza planetaria más evidente. En realidad, no es sorprendente que esto fuera un motivo de magna preocupación en aquellos primeros años sesenta, de hecho, la superpoblación humana y la falta de alimentos es algo que sigue pesando como plomo sobre el futuro de la sociedad del "mono con pantalones", así que, claro está, la narrativa de ciencia ficción tiene un filón con estos temas. Aun así, como antes decía, esta novela no acaba de ser redonda; quizá le falte algo más de profundidad tanto en la trama como en los personajes (que resultan un tanto superficiales) para alcanzar la calidad literaria que Aldiss consiguió en otras obras.
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