¡Qué mala idea es aceptar recomendaciones en lo referente a lecturas! Al menos cuando uno tiene cincuenta y tantos años, es lector asiduo desde hace más de cuarenta y tiene una biblioteca propia de casi dos mil libros. Sí, es un error aceptar recomendaciones. No quiero ser pretencioso, sé que me dejo muchas cosas en el tintero, sé que, por ejemplo, mi manía de no leer nada contemporáneo me está privando de conocer autores valiosos e interesantes, pero, habiendo tanta calidad en lo pretérito, ¿para qué arriesgarme? Porque tengo claro que en los últimos decenios, la industria editorial es tan potente que lanza al estrellato a mediocres "juntaletras", generalmente ya famosos, tales como presentadores de televisión, personalidades destacadas... gentuza, en definitiva, que quieren dar algo de lustre cultural a su lamentable periplo vital.
Bien, toda la parrafada anterior, un tanto agresiva, me temo, viene a cuento porque he sufrido una desilusión supina con un autor que, según parece, es muy conocido y admirado en toda Europa. El fulano en cuestión se llama Friedrich Dürrenmatt, fue un escritor suizo especializado en novela policíaca (esto ya debía haberme alertado, pues no soporto la llamada "novela negra") y vendió miles de ejemplares de sus novelas en las últimas décadas del pasado siglo. El consejo me lo dio la misma persona que me recomendó a Leonardo Sciascia, también autor de novelas policiacas, pero que me pareció de bastante calidad. Bueno, ahora he acabado de leer (con muchísimo esfuerzo, he de reconocer) Justicia, de Dürrenmatt, y me ha parecido francamente infumable.
De Justicia no me ha gustado nada, ni el argumento, ni los temas tratados, ni la forma en que está escrita. Con respecto a esto último, a la forma, me parece una novela totalmente deslavazada, sin estructura, con una prosa pretenciosa y artificial que no consigue elevarse sobre el nivel que usaría un mal estudiante de bachillerato. Es evidente que, sobre todo en este subgénero de narrativa, las analepsis y prolepsis son necesarias para narrar hechos del pasado desde el presente, pero Dürrenmatt lo hace tan mal que no se sabe a ciencia cierta en qué momento de la narración se encuentra uno. La prosa, como decía antes, está artificialmente hinchada, resultando artificiosa y afectada. Los personajes son marginales a más no poder, que no lo critico, es muy frecuente en la literatura de las últimas décadas, pero a mí me sigue resultando incómodo leer en primera persona la vida de un alcohólico, aficionado a las prostitutas y finalmente, suicida, aunque ya sé que esto da mucho morbo a ciertos lectores. A mí, no, ninguno.
El argumento se basa en un asesinato que no es tal como se ha contado en sede judicial. Un consejero cantonal (se supone que equivalente a un ministro o consejero autonómico aquí) ha entrado, aparentemente, en un restaurante y ha descerrajado un par de tiros a un famoso profesor universitario. El tal consejero cantonal encarga a un abogado marginal en situación de total abandono profesional y personal, el que narra todo en primera persona, Spät, para que demuestre que él no es el asesino, aunque se hubiese "autoinculpado" en el juicio. De ahí en adelante todo es un desbarrar en ámbitos marginales del abogado en cuestión, hasta descubrir la verdad. Es curioso, pero, según leo este breve resumen del argumento (que es semejante al de la contraportada del libro) parece incluso prometedor, pero puedo asegurar que está tan mal narrado que no lo es, convirtiéndose todo en una lectura farragosa y sin interés.
Con respecto a los temas, Dürrenmatt toca algo de la sociedad suiza en su novela, especialmente los estereotipos nacionales más manidos, como ése que todos hemos escuchado según el cual Suiza es un Estado policial auspiciado por sus propios ciudadanos, o que los suizos tienen como motivo fundamental de su vida ganar dinero sin interesarse lo más mínimo por lo que pasa fuera de sus fronteras.
En fin, creo que es una de las peores novelas que he leído en los últimos tiempos. Si he conseguido acabarla es porque apenas son más de doscientas páginas y por el afán de encontrar algo que la salve. No lo he encontrado. No recomiendo la lectura de esta novela ni de este autor.