La tragedia existencialista por excelencia. ¿Quién no ha declamado en broma alguna vez aquello del Ser o no ser, esa es la cuestión? Sin embargo, leyéndola en el siglo XXI no me queda tan claro por qué es la obra más famosa de todos los tiempos. Quiero decir, no acabo de encontrar el vínculo con el hombre corriente contemporáneo. Vamos, está claro que es atemporal, los sentimientos que explora (la concepción trágica de la vida, la traición, la venganza, la muerte, el suicidio...) acompañan al hombre desde que el australopithecus se bajó del árbol y lo acompañarán hasta que se aniquile a sí mismo, pero siento más cercano a Quijote o a Sancho (y no creo estar pecando de patrioterismo cultural), pues sus vidas se asemejan más a las nuestras, sus decisiones y aventuras son más extrapolables a cualquier época y lugar. Supongo que el hecho de que el inglés se haya erigido como la koiné, la lengua franca de nuestro tiempo ha tenido mucho que ver; eso, unido a que todo estudiante anglófono ha de leerla, estudiarla y, frecuentemente, representarla, hace que forme parte de la cultura popular universal.
Es un drama en cinco actos, muy desiguales en longitud entre sí, con acelerones y ralentizaciones en su tempo (así lo he sentido yo). Como dicen sus estudiosos, esta obra también acaba con unas líneas anticlimáticas que rebajan la tensión anterior, en este caso, tras las trágicas muertes de Hamlet, Laertes, Claudio y Gertrudis, todo acaba con una conversación más trivial entre Horacio y Fortimbrás.
Argumento. Acto I: se presentan todos los personajes, el príncipe Hamlet, hijo del recientemente fallecido (asesinado) rey Hamlet; Horacio, su amigo y confidente, símbolo de cordura y sensatez; Claudio, rey de Dinamarca, asesino de su hermano Hamlet; Gertrudis, reina, casada con el asesino de su marido; Polonio, chambelán y verdadero hombre fuerte del reino; Laertes, hijo de Polonio y aspirante al trono; Ofelia, hermana de Laertes y enamorada de Hamlet; así como otros personajes secundarios. También se aparece el fantasma del rey asesinado, principalmente a Horacio y a Hamlet a quienes informa de cómo fue asesinado por su hermano Claudio al verter un veneno en su oído mientras dormía.
Acto II: Se muestra al chambelán Polonio como un intrigante maquiavélico que controla a todos en Elsinor. Hamlet, monologa sobre el sentido de la existencia, la brevedad de la misma y la estupidez de la ambición humana. Por contraposición, Claudio, Gertrudis y Polonio tratan a Hamlet de loco, y maquinan apartarlo de la corte enviándolo a Inglaterra. Esta alternancia entre locura y melancolía de Hamlet se desarrolla durante toda la obra, siendo el propio príncipe quien la alimenta comportándose de modo irónico y descabellado.
Acto III: Continúan las maquinaciones; Hamlet expone su famosísimo soliloquio, monólogo teatral por excelencia del que antes hablaba. Luego, Ofelia y Hamlet se encuentran, insinuándose ésta y rechazándola aquél. Unos actores llegan a la corte danesa y Hamlet les da un drama para que lo representen que es, en realidad, lo ocurrido en el castillo de Elsinor. Los reyes deciden enviar a Hamlet a Inglaterra, desembarazándose así de su amenaza; en la conversación entre Gertrudis y Polonio, éste abronca a la reina y se esconde tras unos tapices al llegar Hamlet. Hamlet, trata de incestuosa a su madre, ésta pide socorro a gritos, saliendo Polonio en su ayuda, momento en que Hamlet apuñala mortalmente al chambelán.
Acto IV: La locura de Hamlet es el tema principal en el castillo. El príncipe se comporta como un enajenado delante de su tío, el rey, iniciando otro soliloquio sobre la futilidad de la existencia. Hamlet es enviado a Inglaterra mientras los hijos de Polonio encajan muy diferentemente la muerte de su padre, Laertes se muestra iracundo y vengativo, mientras Ofelia queda absorta y enajenada. Horacio recibe noticias sobre Hamlet, su barco ha sido atacado por piratas y vuelve a Dinamarca. Claudio y Laertes planifican la venganza, planeando matar a Hamlet por diferentes métodos. Ofelia, trastornada, se suicida ahogándose en un cenagal.
Acto V: Los enterradores de Ofelia se burlan de los nobles al tener estos el mismo fin que los campesinos; Hamlet se reúne con los enterradores y encuentran la calavera de Yorick, el bufón; de nuevo otro monólogo sobre la vida (sic transit gloria mundi). La última escena es la resolución trágica al conflicto: Laertes se ha de batir en duelo con Hamlet, será a la primera sangre (no a muerte); pero Claudio tiene otro plan: trae vino para que beba Hamlet tras ganar a Laertes, pero lo ha envenenado, además, ha impregnado en veneno los dos floretes del duelo. Tras haberse herido superficialmente los contendientes, Gertrudis bebe sin saber del vino envenenado, muriendo rápidamente. Hamlet, herido y emponzoñado, descubre el plan de Claudio, y lo mata de una estocada. Finalmente mueren Laertes y Hamlet.
Hay que recordar que ya en tiempos de Shakespeare las representaciones teatrales eran para todo tipo de público, desde los nobles y burgueses que iban a palco al resto de los mortales que iban a localidades de a pie, digo esto porque hoy podemos equivocarnos y pensar que las tragedias shakesperianas eran obras áureas destinadas a las clases superiores, cuando, en realidad, la plebe también era espectadora. Por ello, aunque se desarrollen mayoritariamente sus acciones en altos palacios reales, son obras entendibles por todos. Fue quizá la gran aportación (además de los personajes y obras inmortales, claro) del teatro renacentista inglés (teatro isabelino lo llaman ellos), que fue un teatro sin clases que funcionó como un verdadero nivelador social que alcanzaba de los príncipes a los campesinos. Hoy sigue tan en boga como hace quinientos años, sirviendo como verdadera piedra de toque a la existencia y pensamientos humanos.